Este blog reúne algunos de los trabajos de estudiantes de Comunicación Social y Periodismo de la materia Taller de Prensa de una universidad de Bogotá.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Pasaje Rivas

La granizada del callejón artesanal

Más que caballitos, hámacas, sillas y variedad de artesanías, hay historias

Texto y fotos de Camilo J. Guerrero Fonseca

En el antiguo inquilinato donde ahora se venden productos artesanales, conocido como el Pasaje Rivas, se han vivido historias que pasaron de una leve lluvia a una granizada caotica.

Es un sitio que lleva casi un siglo de existencia, donde actualmente todo se cubre de madera desde las 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde día tras día. Sus dos entradas, la sur y occidente, son la puerta al “mundo de la madera”.

Se trata de un acogedor callejón lleno de variedades artesanales. Extranjeros en su mayoría, que buscan llevarse un poquito de esa Colombia que vinieron a conocer y algunos curiosos que simplemente fueron atraídos por la mercancía que allí se vende, son la clase de personas que visitan este mercado artesanal.
“Se trabaja como pobre, pero se disfruta como rico”, dice Nohora Cortéz una de las de las vendedoras más antiguas del lugar. Sonríe mientras mira a los ojos a su compañera María Cañón, su compañera de trabajo, con la que lleva más de 30 años sosteniendo el puestico que les ha dado ingresos económicos para sus familias por este tiempo.
Nohorita, como es más conocida, nunca ha olvidado los momentos que marcaron esas tres décadas junto a su compañera.
Como no recordar el día que sintió el miedo más profundo de su vida, el día de la mayor granizada del siglo XXI en Bogotá. Aquel 3 de noviembre de 2007, mientras se encontraba barriendo el negocio y esperando que María llegara de almorzar, todo estaba tranquilo como un día común. Escuchaba Radio Uno, la emisora de vallenatos que para ella nunca falta por el gusto que tiene hacía este género musical que su papá interpretaba cuando vivió de niña en la costa colombiana.
Llega la lluvia
El día se comenzó a oscurecer y todo apuntaba a que el frío iba a ser extremo, ya que no paraba de ventear. Las primeras gotas aparecieron, todos los vendedores entraron sus productos y algunos los cubrieron con plásticos para evitar que la madera se mojara.
Comenzó a llover, algo normal. Algunos clientes se empezaron a disipar entre los almacenes. Un trío de extranjeros que acababan de entrar le preguntó que si vendían sombrillas, a lo que respondió que no y les dijo que en La Pajarera sí habían y así, ellos se fueron en medio de las gotas.
La lluvia pasó de ser agua a convertirse en hielo lo bastante grueso como para romper algunas cabezas. En ese instante María apareció por la entrada sur del pasaje, cubierta con una bolsa rota en la cabeza. Nohora, de la felicidad de volver a verla, la abrazó.
Cuando sus cabezas se acercaron vio que María tenía sangre en la frente, asustada retrocedió un poco y la miró bien. Efectivamente tenía una herida en la frente a lo que ella le dijo que había sido una piedra de hielo que le había pegado cuando corría por la Plaza de Bolívar para no mojarse, Nohora se rio y le dijo “que huevona china” y se pusieron a cerrar todo muy bien para que no se entrara el agua.
El granizo amenazaba con seguir en auge, ya iba hora y media aproximadamente, el hielo se estancó en la pequeña canal del tejado, se escuchaban tejas rompiéndose y en el fondo al comerciante más antiguo del lugar, don Audelino Gutiérrez, echando “madrazos”.
Cuando la granizada se detuvo, todos salieron de los negocios. Había un piso de hielo enfrente de ellos, algunos no pudieron salir, así que los sacaron con ayuda de otros vendedores, “parecía una pista de hielo”, según don Audelino.
Pero el asombro no terminaba, al mirar la puerta occidente del pasaje, estaban los tres extranjeros casi morados por el frío tomando tinto y diciendo “a nosotros nos dijeron que hacia calor”, en su voz rara, dice María. Todos se rieron y les dieron tinto y algunas cobijas para que se cubrieran.
Dato clave
Audelino Gutiérrez es el vendedor más antiguo del lugar, lleva 50 años en el Pasaje Rivas y su familia ha trabajado allí desde que el momento que se inauguró.
Frase
“Este es el mundo de la madera”, son las palabras que Audelino Gutiérrez dice cada vez que le preguntan ¿qué es para él, el Pasaje Rivas?
Fecha
1910 fue el año en que el Pasaje Rivas se creó principalmente como una galería comercial con inquilinato en el segundo piso.

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